El Esqueleto

          Constitución: Los Huesos

          El examen de un hueso aislado puede conducir a la reconstrucción de la totalidad del esqueleto del vertebrado al cual pertenecía. tal estrecha relación entre los huesos y la estructura general del cuerpo explica perfectamente que el conocimiento de aquéllos constituya la base de los estudios de anatomía y que el primer paso obligado, al iniciarlos, sea el examen y la descripción de las piezas óseas, cuyo conjunto forma el esqueleto.

          Una ligera ojeada a un esqueleto (fig.1) nos indica la variada forma de los huesos que lo integran: Vemos huesos anchos, excavados o planos (cabeza, cadera); largos (miembros); cortos (columna vertebral, manos, pies).

          Esencialmente, el esqueleto se compone de un eje central, la columna vertebral, constituida por elementos semejantes y superpuestos, las vértebras. por su extremo superior, este eje sostiene la cabeza y de su parte inferior sobresalen lateralmente dos piezas, anchas, los huesos coxales, o huesos de la cadera. De la parte media de la columna vertebral se proyectan hacia adelante unos arcos óseos, en número de doce, las costillas, que van a unirse por su extremo anterior a una pieza alargada y plana, el esternón. El recinto limitado por la columna vertebral, las costillas y el esternón constituye al tórax. A su ves, los huesos coxales, articulados entre sí por delante, y por detrás con la última pieza vertebral, limitan otro espacio óseo, la pelvis.

          La descripción del esqueleto quedará completa con la mención de las llamadas cinturas; éstas son la cintura torácica y la pélvica. La torácica, formada por la clavícula y la escápula, está situada en la parte superior y lateral del tórax; de la escápula pende el miembro superior o torácico. En la cintura pélvica, más sencilla, hay el hueso coxal, ya citado, de cuyo lado depende el miembro inferior o pélvico.

          Hemos citado las distintas partes que componen el esqueleto a unirse o articularse entre sí los huesos que lo forman:  La columna vertebral, el tórax, la cabeza y las extremidades. Más adelante nos ocuparemos de cada uno de los huesos que forman estos conjuntos.


Constitución Interna de los Huesos

          Veamos ahora, utilizando el microscopio, la constitución interna de los huesos (fig. 2), pero antes conviene advertir que hay que diferenciar el hueso fresco del hueso seco. La diferencia consiste en que las cavidades y galerías características del seco, que en éste aparecen vacías, en el fresco están ocupadas por elementos blandos que desaparecen con el proceso de descomposición y secamiento (fig. 3).

          Conductos de Havers: Son canalículos de curso rectilíneo unidos entre sí para formar galerías que atraviesan el tejido óseo.

          Osteoplastos o Lagunas Óseas:  Son Cavidades esculpidas en las laminillas óseas, de cuyo contorno nacen en forma radiada los conductillos.

        Células Óseas u Osteoblastos: Son corpúsculos celulares que se amoldan al hueco de las lagunas óseas y emiten prolongaciones que ingresan en los conductillos.

          Médula Ósea: Es una sustancia blanda que ocupa las cavidades del tejido óseo, el conducto medular y las celdillas del tejido esponjoso. Existen dos tipos: La médula roja (tejido esponjoso) y la médula amarilla (conducto medular); ambas generan elementos sanguíneos.

          Periostio: Es una lámina fibrosa, resistente, extendida como una envoltura continua por la superficie del hueso, interrumpida sólo a nivel de las inserciones tendinosas y de las articulaciones. El periostio genera internamente capas concéntricas de materia ósea y proporciona vasos y nervios al hueso subyacente.


Cartílagos

          El esqueleto se compone no sólo de huesos, sino también de cartílagos. El cartílago es parte integrante de muchos huesos, e incluso son totalmente cartilaginosos algunos elementos esqueléticos, como los cartílagos costales, que se describen con el esqueleto. La estructura histológica del cartílago es distinta según sea su variedad: En la figura 4 se representa la imagen histológica del cartílago costal (variedad hialina).

Variedades de Tejido Óseo

          A simple vista, el corte de un hueso seco o fresco nos muestra la sustancia ósea bajo dos aspectos, el tejido compacto y el esponjoso.

Composición Química de los Huesos

          Se hallan formados en un 30% por una sustancia orgánica, osteína, y en un 70% por una sustancia mineral (compuestos de fosfato de calcio); a su gran contenido mineral se debe su opacidad a los rayos X.

La Cabeza Ósea. Cráneo y Cara

          En la representación gráfica de la cabeza que mantiene unidos todos sus componentes, es decir, de aquella que no ha sido desarticulada ni seleccionada, sólo pueden verse los huesos cuya unión forma la superficie externa de la misma; algunos únicamente asoman una pequeña porción; otros, ninguna.

          El estudio especializado de los huesos, que no es propio ciertamente de esta obra elemental, requiere la presentación de cada uno de ellos desarticulado y aislado; a nosotros nos bastará con representarlos en posición y articulados con sus vecinos. Una sección sagital de la cabeza nos servirá para mostrar los huesos que no son visibles de otro modo.

          En la cabeza se distinguen dos partes (fig. 1) bien diferenciadas: El cráneo y la cara. El cráneo es una caja ovoide, que ocupa la parte superior y posterior de la cabeza y está formada por ocho huesos: Frontal, parietal (par), temporal (par), occipital, esfenoides y etmoides. Los cuatro primeros contribuyen a establecer extensas superficies del cráneo, muy bien delimitables externamente; del etmoides y del esfenoides queda oculta gran parte, que sólo se hace visible al seleccionar o desarticular el cráneo.

          He aquí unos cuantos detalles anatómicos importantes de los huesos citados. El frontal forma el esqueleto de la frente convexo por su parte anterior y cóncavo por la posterior, presenta un borde superior articular y una cara inferior con una escotadura central, la cual separa las dos porciones que constituyen las bóveda orbitarias. El parietal, articulado con el lado puesto, constituye la bóveda craneal; tiene forma cuadrilátera, su cara interna es cóncava, y la externa, convexa, presenta dos líneas curvas (líneas temporales). El occipital contribuye a edificar la base del cráneo; en su parte anterior se halla el agujero occipital, que en estado fresco da paso a la médula; a cada lado de aquél se encuentran dos carillas ovaladas (cóndilos del cráneo) que se articulan con la primera vértebra cervical. El temporal contiene el órgano del oído; en su parte externa presenta el orificio del conducto auditivo, por encima del cual se proyecta hacia adelante una prolongación ósea (apófisis cigomática) que se articula con el pómulo; en su parte inferior hay otra formación ósea en forma de punzón (apófisis estiloides), una cavidad articular para el maxilar inferior y una eminencia mamelonada (apófisis mastoides). El esfenoides enclavado intracranealmente como una cuña entre los huesos vecinos, puede decirse que se articula con todos los huesos del cráneo; en su parte superior tiene una depresión que aloja en estado fresco una importantísima glándula (la hipófisis). El etmoides, situado delante del esfenoides, contribuye a formar la pared interna de la órbita y constituye el techo y la parte de las paredes de las fosas nasales; contiene los cornetes superiores y medios derechos e izquierdos, con sus meatos respectivos; de su parte media desciende una lámina perpendicular que se articula con el vómer para formar el tabique óseo nasal.

          La cara se divide en dos partes, llamadas mandíbula superior e inferior, respectivamente. La superior es un conglomerado óseo compuesto por trece huesos (todos pares, excepto uno) y que ahora sólo enumeraremos: Nasal, unguis, pómulo, o malar, maxilar superior, concha o cornete inferior, vómer (impar) y palatino. La inferior consta de un solo hueso: El maxilar inferior. Como hueso anejo a la cara hay que citar el hioides, que se describe mas adelante.

Configuración Externa del Cráneo

          Se distinguen en él tres regiones: Bóveda, región temporal y base. La bóveda se halla limitada inferiormente a cada lado, por la línea temporal. La región temporal esta limitada por arriba y por detrás por la línea temporal y por abajo, por el arco cigomático. La base del cráneo sólo puede examinarse si se coloca la bóveda hacia abajo; se divide en tres zonas: Anterior o facial, media y occipital. De la región lateral del cráneo, parte media, importa citar el arco cigomático; por debajo de éste el orificio del conducto auditivo externo, la articulación con el maxilar inferior, la apófisis mastoidea y, muy hacia adentro, la apófisis estiloides.

Configuración Interna del Cráneo

          Se aprecian dos regiones: Bóveda y base. Ésta, a su vez, se divide en tres pisos o fosas, sobre las que descansan el cerebro, la protuberancia, el bulbo y el cerebelo. La sección sagital de la cabeza ósea (fig. 2) descubre los huesos que en la cabeza íntegra permanecen ocultos o sólo se muestran parcialmente a través de cavidades (esfenoides, etmoides, palatino, vómer y concha inferior).

          Con el propósito, a nivel, naturalmente, de esta obra, de inicial al lector en el conocimiento de las imágenes radiográficas anatómicas, cuyo valor didáctico se reconoce hoy unánimemente, se han incorporado a estas páginas algunos de los ejemplares mas representativos.

          Los huesos de la cara, que anteriormente sólo se han enunciado, se prestan a un examen más completo en la presentación frontal de la cabeza (fig. 1). El nasal, unido por su borde interno con su homónimo, forma, por debajo, el borde superior de las fosas nasales; por su borde externo se articula con una porción ascendente del maxilar superior. El Unguis forma parte de la órbita y está excavado por un canal destinado al saco lagrimal. El pómulo o malar constituye el límite lateral de la cara: Por su borde interno contribuye al reborde orbitario y por fuera y por detrás se articula con un hueso del cráneo (temporal). El vómer (impar), situado dentro de las fosas nasales, compone con el etmoides el tabique nasal. La concha inferior, también contenida en las fosas nasales y aplicada a su pared externa (maxilar superior), delimita inferiormente el meato inferior. Todos estos huesos, con sus pares correspondientes del lado opuesto, se reúnen al rededor de los dos maxilares superiores y constituyen la primera porción de la cara o mandíbula superior. El maxilar superior compone por arriba parte del suelo de la órbita: Por su parte anterior y media circunscribe las fosas nasales; por debajo y adentro presenta una lámina horizontal que, al unirse con la opuesta del otro maxilar, contribuye a formar el paladar óseo. En la parte interior del maxilar superior se halla una gran cavidad, el seno maxilar. Otras cavidades que se hallan dentro de los huesos del cráneo son los senos frontal, esfenoidal y etmoidal. El borde inferior de cada maxilar superior describe medio arco: Al unirse en la línea media con el opuesto constituyen ambos un arco completo. Este borde presenta una serie de pequeñas fosas o alvéolos, en los cuales se alojan las raíces de los dientes superiores. aplicado a la parte posterior del maxilar superior se halla el palatino, oculto tras la porción trasera de la cara: Es un hueso pequeño, formado por dos láminas soldadas en ángulo recto; la rama horizontal continúa brevemente la lámina ósea del maxilar superior constitutiva de la bóveda del paladar.

          La segunda porción ósea de la cara es el maxilar inferior, o mandíbula inferior; parecido a una herradura, sus dos ramas, dirigidas hacia atrás, se incurvan hacia arriba, y cada una termina en una eminencia redondeada (cóndilos) que se articula con el temporal (que no pertenece a la cara, sino al cráneo); su borde superior se corresponde exactamente con el arqueado que forman los dos maxilares superiores; como éstos, también presenta alvéolos para la implantación de las raíces de las piezas dentarias inferiores. Al ser articulado, el maxilar inferior puede ascender o descender, aproximado o alejando su arco dentario del superior.

          Las dos cavidades que separan la bóveda craneal de la cara son las órbitas , cuyo contorno es cuadrangular. En la formación de sus paredes intervienen cinco huesos de la cara y dos del cráneo. En el fondo de la órbita se advierten hendiduras, escotaduras, orificios y conductos por los cuales discurren en estado fresco tendones, arterias, venas y nervios, como corresponde a una región ocupada con el ojo, órgano de uno de los sentidos más complejos: La vista.

          La cavidad central que presenta la cara, de contorno triangular y que separa los dos maxilares superiores, corresponde a la abertura anterior de las fosas nasales, que son dos: Derecha e izquierda, respectivamente, separadas por un tabique medio, formado por arriba por la lámina perpendicular del etmoides y por abajo por el vómer.

          En la formación de sus paredes intervienen siete huesos de la cara y dos del cráneo, que delimitan estrechas galerías, cuya apertura posterior desemboca en la parte posterior del macizo facial, frente al hueso occipital. dentro de las fosas nasales, a cada lado, pueden verse las conchas o cornetes inferiores; por encima se hallan los cornetes medios y más arriba los superiores, unos y otros pertenecientes al etmoides.

El Hueso Hioides (fig. 2)

          Pequeño e independiente, no se articula con ningún otro y parece suspendido en la parte anterior del cuello, entre el maxilar inferior y el primer cartílago de la laringe; tiene, como aquél, el aspecto de herradura, con la concavidad dirigida hacia atrás; consta de una parte media o cuerpo y dos prolongaciones desiguales, llamadas astas, a cada lado, que se proyectan hacia atrás y arriba. En el vértice de las pequeñas se inserta un ligamento que, a su vez por el otro extremo lo hace en la apófisis estiloides del temporal: las dos astas grandes se unen por una membrana al primer cartílago laríngeo. En el hueso hioides se insertan trece músculos, entre ellos los que integran la lengua, de la que se dice que este hueso forma su esqueleto. El hioides puede considerarse como un resto atrofiado del que en la mayoría de los demás mamíferos alcanza tal complejidad estructural y funcional que se le llama aparato hioideo.


Columna Vertebral

          Consiste en un eje óseo que ocupa la parte dorsal y central del cuerpo. Es un conjunto esencial de la armadura que forma el esqueleto, quizás el más importante desde el punto de vista arquitectural, puesto que sobre esta columna ósea descansa la cabeza. En su parte media presta apoyo al armazón que es el tórax y más abajo a los huesos que forman la pelvis. La columna vertebral está constituida por piezas óseas discales; la superposición de estos discos, en número de 33 ó 34, da lugar a una alta columna que desde la base del cráneo hasta las partes posterior e inferior de la pelvis va armando sucesivamente el eje óseo del cuello, del dorso y de la región lumbar y que en la pelvis es su parte posterior. Los discos óseos tienen caracteres comunes que los diferencian de los demás huesos, lo cual permite reunirlos en un grupo con el nombre de vértebras; pero, a su vez entre éstas se advierten diferencias según pertenezcan a la región del cuello (vértebras cervicales, 7), a la región dorsal (dorsales, 12), a la región lumbar (lumbares, 5), a la región pélvica (sacro-coccígeas, 9 ó 10).

         En toda vértebra se advierten, de delante atrás, los siguientes caracteres comunes a todas ellas: cuerpo vertebral, o disco óseo; agujero, o conducto vertebral, y apófisis transversas, las cuatro apófisis articulares, las dos láminas y los dos pedículos.

         Los caracteres propios de las vértebras que pertenecen a las distintas regiones son, abreviados, los que exponemos a continuación.

          Vértebras Cervicales (fig. 1): Cuerpo alargado transversalmente. Agujero vertebral triangular. Apófisis espinosa corta. Apófisis transversas agujeradas.

          Vértebras Dorsales (fig, 2): Cuerpo alto con carillas articulares (para las costillas). Agujero raquídeo pequeño y circular.

          Vértebras Lumbares (fig 3): Cuerpo muy desarrollado. Agujero vertebral triangular, de lados iguales. Apófisis espinosa cuadrilátera, horizontal, voluminosa.

          Es posible clasificar una vértebra (Testut) observando la apófisis transversa o el cuerpo vertebral: Apófisis transversa: Si tiene agujero es una vértebra cervical; si no lo tiene e una vértebra dorsal o lumbar. Cuerpo vertebral: Si hay carillas articulares es una vértebra dorsal. Si no las hay es una vértebra lumbar.

          Vértebras de la región pélvica o vértebras sacro-coccígeas (fig. 4). En número de 9 ó 10, se hallan soldadas entre sí formando dos huesos: El sacro y el coxis. El sacro, conjunto de cinco vértebras soldadas, es una pirámide de vértice inferior, que describe una concavidad anterior. Lateralmente se articula con los huesos coxales. El coxis es el segmento inferior de la columna vertebral y está aplicado al vértice del sacro; en realidad, se trata de cuatro o cinco vértebras atrofiadas. En el hombre constituye un rudimento de la cola de los mamíferos.

          Dentro de cada región existen vértebras con caracteres peculiares; sólo mencionaremos como más destacadas las que han merecido nombres propios: Las dos primeras vértebras cervicales llamadas atlas y axis. El atlas, que sostiene la cabeza, carece de cuerpo y de apófisis espinosa y presenta dos carillas articulares que se articulan con los cóndilos del occipital. El axis posee un apéndice óseo semejante a un diente, que se eleva desde el cuerpo de la vértebra y se introduce en la parte posterior del arco óseo de la delantera del agujero vertebral del atlas, con la cual se articula. Se trata, pues, de un eje óseo alrededor del cual se verifica la rotación del atlas y, por tanto, de la cabeza que sobre esta vértebra descansa.

          La columna vertebral como conjunto (fig. 5). Examinada por su cara anterior, destaca la columna cilíndrica formada por la superposición de los cuerpos vertebrales, de la que sobresalen lateralmente la apófisis transversas. la cara posterior presenta en la línea media la cresta espinal (que justifica el nombre de espinazo con que vulgarmente se designa esta región), compuesta por la sucesión de las apófisis espinosas. Lateralmente son visibles los agujeros que resultan de la superposición de los cuerpos vertebrales, llamados por estos agujeros de conjunción, importantes porque establecen aberturas a lo largo del conducto raquídeo, por los cuales salen los nervios de este nombre.

          La columna vertebral presenta unas curvaturas o inflexiones destinadas a aumentar su resistencia; éstas reciben el nombre de la región en donde se hallan localizadas: Curvaturas cervical, dorsal, lumbar y sacra, y en ellas se van alternando las trayectorias convexas con cóncavas.

          Los discos intervertebrales, llamados también meniscos, son láminas discoides biconvexas, situadas entre los cuerpos de cada dos vértebras, a cuyas caras se adhieren íntimamente. Constituyen las articulaciones fibrocartilaginosas intervertebrales, que obran además como amortiguadores.

El Tórax


          Es el espacio circunscrito por la columna vertebral (vértebras torácicas) en la parte posterior, por las doce costillas y sus correspondientes cartílagos en la parte lateral y por el esternón en la parte anterior. De este conjunto de huesos ya hemos descrito la columna vertebral; por tanto, sólo vamos a ocuparnos ahora de la descripción de las costillas, de los cartílagos costales y del esternón.



          Digamos antes, porque de esta parte no nos ocuparemos hasta que estudiemos el miembro superior o torácico, que en la parte superior del tórax (fig. 1) se hallan los huesos del hombro llamados también cintura escapular o torácica, constituida por dos huesos articulados entre sí, la clavícula, que se articula a su vez con el esternón, y el omóplato o escápula, que se aplica a la cara posterior y superior del tórax; de la escápula pende el miembro superior o torácico.

          Las costillas, en número de 12 por cada lado, o sea 24, son huesos largos, planos y arqueados; su tamaño es muy variable y a partir de la primera, que es la más corta, su longitud va en aumento hasta la séptima; luego disminuye gradualmente hasta la duodécima. De sus dos extremidades, la posterior se articula con dos cuerpos vertebrales y tiene, además, una carilla articular para la apófisis transversa de la vértebra inferior; la extremidad inferior se articula con el cartílago costal que le corresponde (fig. 2). Las costillas son, pues, arcos óseos que se dirigen desde la columna vertebral hasta el esternón. Las siete primeras (costillas verdaderas) se articulan directamente con el hueso mediante un corto cartílago de las cinco últimas (costillas flasas); las tres primeras (falsas costillas apropiadamente tales) se unen al cartílago costal de la que está encima y las dos últimas (costillas flotantes), las más cortas, permanecen libres entre las masas musculares.

          El esternón es un hueso plano, simétrico, alargado, situado en la parte anterior y central del tórax, cuya forma se ha comparado tradicionalmente con la de una espada romana. Puede descomponerse en tres segmentos: El superior (mango o manubrio), el medio (cuerpo) y el inferior (apéndice xifoides). En el superior se hallan sendas carillas laterales para articularse con las clavículas. En los bordes del cuerpo del esternón se distinguen siete escotaduras destinadas a alojar la extremidad interna de los siete primeros cartílagos costales.

          La configuración de los cartílagos costales es análoga a la de las costillas, de las cuales son continuación; su número es, pues, también de 24, 12 a cada lado. La extremidad interna de cada cartílago se aloja dentro de las escotaduras del esternón; la externa penetra en las depresiones de los extremos anteriores de las costillas. los siete primeros prolongan las costillas hasta el esternón: Los tres siguientes se insertan en el cartílago situado por encima y los dos últimos (que corresponden a las costillas flotantes) se pierden entre los músculos del abdomen.

          La cavidad torácica tiene dos aberturas, una superior y otra inferior. La primera de forma elíptica, es pequeña y está orientada hacia abajo y adelante. Aloja los vértices de los pulmones, y a través de ella pasan todos los órganos que del cuello descienden a la cavidad torácica, o viceversa. La abertura torácica inferior, muy amplia, está ocupada por el músculo diafragma, que se aplica a la cara interna de las seis últimas costillas; este músculo, muy importante, separa la cavidad torácica de la cavidad abdominal.

          Al examinar lateralmente el tórax (fig. 3) se comprueba la oblicuidad de los arcos costales y de los espacios que los separan. En efecto, todas las costillas se inclinan de arriba abajo y detrás delante, y esta inclinación es tanto más notoria cuanto más inferiores sean. Los espacios intercostales siguen, naturalmente, la misma inclinación y su amplitud y longitud varían de unos a otros.

          Por su parte interior, el tórax presenta una prominencia formada por la columna vertebral, que divide la cavidad torácica en otras dos secundarias, una para cada pulmón.

          El tórax, tal como se ha descrito, resulta ser un recinto en parte óseo y en parte carilaginoso, que se ha comparado a una jaula (jaula torácica). La constitución mixta, ósea por sus partes posterior y lateral, y cartilaginosa y ósea por la anterior, así como las incurvaciones y disposición de las costillas, permiten a todo el armazón torácico realizar movimientos de expansión, ascenso y descenso que, siendo exiguos en al respiración normal (pocos milímetros hacia adelante, arriba y afuera), son suficientes para aumentar el volumen de la caja torácica, y su capacidad en más de medio litro.

          El aumento del diámetro anteroposterior del tórax y el descenso del diafragma, propios de la inspiración profunda, permiten que los movimientos de la caja torácica sean entonces más extensos.

El Miembro Superior o Torácico


          En la extremidad superior (fig. 1) se distinguen dos partes esenciales: el hombro, formado por dos huesos que, a modo de raíz, unen el miembro superior al tórax, y el miembro torácico, compuesto por el brazo, el antebrazo y la mano.

          Huesos del hombro: Este primer segmento del miembro superior está constituido por dos huesos: la clavícula y el omóplato o escápula.

          La clavícula es un hueso largo aplanado, en forma de s, que se interpone transversalmente como un arco que apoya su extremidad interna en el mango del esternón y la externa, en la escápula.

          El omóplato es un hueso ancho, triangular; su cara anterior, lisa, se adosa a la parte posterior y superior del tórax (de cuyo esqueleto se halla separado por planos musculares). Su cara posterior está dividida en dos zonas desiguales por una cresta ósea (espina del omóplato). El ángulo anterior, romo, está ocupado por una cavidad articular (cavidad glenoidea) para el húmero, y de su parte superior sobresale un gran apéndice en forma de pico de cuervo (apófisis coracoides), en el cual se insertan importantes músculos del brazo.

          Hueso del brazo: Un solo hueso forma su esqueleto, el húmero. Como todos los huesos largos, tiene un cuerpo (diáfisis) y dos extremidades (epífisis). La extremidad superior (cabeza del húmero), esférica se articula con la cavidad articular (cavidad glenoidea) de la escápula; la extremidad inferior, aplanada de delante atrás, tiene una eminencia redondeada (cóndilo) por fuera y una polea (tróclea) por dentro, que se articulan con los dos huesos del antebrazo.

      Huesos del antebrazo: Son el cúbito (interno) y el radio (externo), huesos largos colocados paralelamente y articulados por arriba con el húmero, y también entre sí.

          El cúbito es más voluminoso por su extremidad superior, que recuerda a una llave inglesa abierta: En esta abertura, que es una cavidad articular (cavidad sigmoidea), encaja la tróclea del húmero. Su extremidad inferior, adelgazada (cabeza del cúbito), se relaciona con un pequeño hueso de la mano. Por su lado externo tiene, en su parte inferior y en la parte superior, sendas caras articuladas para el radio.

          El radio, al revés que el cúbito, tiene la parte inferior más gruesa que la superior, en cuya extremidad articular presenta una excavación redondeada para el cóndilo del húmero. Por su lado interno tiene las dos carillas articulares que se corresponden con las facetas articulares del cúbito. La extremidad inferior, ancha y plana, se articula con la fila superior de dos huesecillos de la mano.

          La posición correcta, llamada anatómica, para la descripción de los huesos de la extremidad superior es la de extensión, con la palma de la mano dirigida hacia delante. Pero conviene añadir que cuando la parte superior del radio gira alrededor del cóndilo humeral, y la parte inferior, alrededor de la cabeza del cúbito formando una equis ambos huesos, se produce un movimiento de rotación que coloca la palma de la mano mirando hacia atrás. En la primera posición, se dice que el antebrazo se halla en pronación, en la segunda, en supinación.

          Huesos de la mano (fig. 2). La mano está formada por tres grupos de huesos: carpo, metacarpo y dedos. El carpo lo componen ocho huesecillos agrupados en dos filas;tienen formas irregulares pero en todos se advierten seis caras; una de ellas corresponde al dorso, otra a la palma de la mano y las restantes sirven para articularse entre sí. La fila superior comprende escafoides, semilunar, piramidal y pisiforme. Los dos primeros se articulan con el radio y forman la articulación de la muñeca. En la fila inferior hay el trapecio, el trapezoides, el hueso grande y el ganchoso, que se articulan por arriba con los de la fila superior y por abajo, con los del metacarpo.

          El metacarpo forma el esqueleto de la palma de la mano y está constituido por cinco huesos largos que se disponen como el varillaje de un abanico abierto; se designan simplemente con los nombres de primero, segundo, tercero, cuarto y quinto metacarpianos. El primero, que corresponde al pulgar, se articula con el trapecio; los demás lo hacen con los restantes huesos de la segunda fila del carpo y también entre sí.

          Los dedos son los apéndices más móviles de la mano, y siguen la dirección de los metacarpianos. se designan con los nombres de pulgar, índice, medio, anular y meñique. El esqueleto de cada dedo está formado por tres huesos (excepto el pulgar, que sólo tiene dos), que de arriba abajo se llaman falange, falangina y falangeta, (también pueden ser llamados proximal, medio y distal), articulados entre sí. La extremidad superior de cada falange se articula con el correspondiente metacarpiano; la extremidad inferior de la falangeta (distal) está contorneada por un reborde en forma de herradura.

El Miembro Inferior o Pélvico

          Como en el miembro superior, advertimos en el inferior (fig. 1) dos partes fundamentales: La cadera, o cintura pélvica, formada por un solo hueso, el coxal, y el miembro inferior propiamente dicho, compuesto por el muslo, la pierna y el pie.

          Hueso de la cadera (véase mas adelante). Es el coxal o ilíaco, de forma cuadrilátera muy irregular, estrangulada en su parte media por dos escotaduras. Centrada en este punto por su parte externa se una gran cavidad articular (cavidad cotiloidea) para el fémur, por encima de la cual se extiende una extensa superficie ósea (ilíaco) y por debajo un orificio triangular (orificio obturador) que separa una porción angular, anterior (pubis) de otra tuberosa, posterior (isquion). Por su parte interna, el coxal presenta en la parte posterior una carta articular (cara auricular) para el sacro y otra en el pubis, que se corresponde con la del otro coxal (sínfisis púbica).

          Hueso del muslo. Es el Fémur, hueso largo, asimétrico , que está colocado siguiendo una dirección oblicua, es decir, que, en un esqueleto montado, los dos fémures aproximan sus extremidades inferiores. La superior presenta una cabeza esférica (cabeza del fémur) que se articula con el coxal y que se une al cuerpo del fémur por un corto y oblicuo tallo óseo (cuello del fémur). En la parte externa de éste se encuentran dos prominentes eminencias (trocánter mayor y trocánter menor), en las que se insertan potentes músculos. De la extremidad inferior se separan, a cada lado, sendas masas óseas, redondeadas (cóndilos del fémur).

          Huesos de la Pierna. Como en el antebrazo, dos huesos forman el esqueleto de la pierna: La tibia y el peroné, a los que hay que añadir la rótula. La tibia es un hueso largo situado en la parte interna de la pierna. Como la extremidad inferior del fémur, con la que se articula, la extremidad superior de la tibia posee dos tuberosidades, cuya parte superior o articular está excavada, formando dos cavidades (cavidades glenoideas que se articulan con los cóndilos del fémur. En la parte anterior, entre ambas tuberosidades, se halla una eminencia ósea en la cual se insertan músculos de la región anterior de la pierna, y en su parte externa, una carilla articular para el peroné. La extremidad inferior de la tibia, por su parte interna, prolonga hacia abajo una apófisis voluminosa (maléolo externo), y , en su parte externa, otra carilla articular para la extremidad inferior del peroné.

          El peroné es un hueso delgado situado en la parte externa de la pierna, paralelo a la tibia y algo detrás de ésta. Su extremidad superior (cabeza del peroné) presenta en su parte interna una carilla articular para la que posee la tibia a este nivel. Su extremidad inferior, alargada, forma el maléolo externo, y por su parte interna se articula con la tibia y con un hueso del pie.

          La rótula completa el esqueleto de la pierna; es un hueso corto, plano, de forma triangular, con los vértices redondeados, que se articula por su parte posterior con los cóndilos del fémur.

          Huesos del pie (fig. 2). Como la mano, el pie está formado por tres grupos de huesos: tarso, metatarso y dedos.

     El tarso lo componen siete huesos cortos muy irregulares dispuestos en dos filas. El astrágalo y el calcáneo forman la primera fila. El escafoides, el cuboides y las tres cuñas, la segunda fila.

          El astrágalo está encajado por su parte superior en el arco que tiene por pilares los dos maléolos y por bóveda la cara inferior de la tibia. Su cara inferior se articula con el calcáneo, y la anterior con el escafoides. El calcáneo es el hueso del talón que descansa directamente en el suelo; su cara anterior se articula con el cuboides; en la posterior se inserta un robusto tendón, el tendón de Aquiles. El cuboides tiene una cara superior que forma parte del dorso del pie; su cara posterior se articula con el calcáneo y la anterior, con los últimos metatarsianos; por su cara interna lo hace con el escafoides y la tercera cuña.

        El escafoides ocupa la parte interna del pie, al lado del cuboides, y se articula por detrás con la cabeza del astrágalo y, por delante, con las tres cuñas. Las cuñas, llamadas así por su forma, son tres huesos enclavados entre los tres primeros metatarsianos y el escafoides.

          El metatarso consta de cinco huesos largos, cuya extremidad posterior se articula con alguno de los huesos del tarso (cuñas o cuboides); la extremidad anterior lo hace con la extremidad posterior del primer hueso que forma el esqueleto de cada dedo. Los dedos, primero, segundo, tercero, cuarto y quinto, están constituidos por: falange, falangina y falangeta (también pueden ser llamados proximal, medio y distal), excepto el dedo grueso, que sólo tiene la primera y la última.

La Pelvis

        Al estudiar el esqueleto del miembro inferior, o pelviano, hemos descrito el hueso coxal, al que también se conoce por hueso de la cadera o cintura pelviana. De modo que este hueso aislado forma el primer segmento del miembro inferior, pero, articulado por delante (pubis) con el otro coxal y por detrás con el sacro, contribuye a formar un cinturón óseo, el cual limita interiormente una excavación o cavidad que sostiene las vísceras abdominales: a este cinturón óseo se le llama pelvis (fig. 1).

      Así, pues, la pelvis está formada por los dos huesos coxales, el sacro y el coxis, y se halla situada en la parte inferior del tronco, que corresponde aproximadamente a la parte media del cuerpo.

      Conformación de la pelvis. Para el estudio de la pelvis consideramos sucesivamente la superficie externa, la interna y las aberturas o estrechos superior e inferior.

       En la superficie externa, que describiremos contorneando la pelvis desde su parte media anterior hasta la media posterior, hallaremos estos elementos: sínfisis púbica, ramas púbicas (horizontal y descendente), agujero obturador, cavidad cotiloidea, fosas ilíacas externas por arriba, el isquion por abajo y la parte posterior del sacro y del coxis.

        Por su parte interna, la pelvis es un amplio recinto cerrado en sus partes posterior y media por el sacro; a cada lado, por la superficies óseas que corresponden a las regiones ilíacas (fosas ilíacas internas) y por delante y a los lados se halla abierto (abertura que en estado fresco cierra la pared abdominal). En su parte inferior se encuentra el isquion y las ramas pubianas.

          En su parte media, la cavidad pelviana presenta un estrechamiento anular horizontal, el cual delimita por arriba una cavidad grande y, por abajo, otra más pequeña. A este óvalo irregular que angosta la parte media de la pelvis se le llama estrecho superior; a la cavidad superior, pelvis mayor, y a la cavidad inferior, pelvis menor.

          Existe también un estrecho inferior, formado por una línea irregularmente circular que resulta de unir imaginariamente la parte inferior de la sínfisis púbica, el borde inferior de las ramas isquiopubianas, con el isquion y el coxis.

          Aclararemos seguidamente que el estrecho superior corresponde a la abertura superior de la pelvis, ampliamente abierta, y el estrecho inferior, a la abertura inferior, ésta cerrada, cuando existen las partes blandas, por los planos musculomenbranosos que forman el periné o suelo de la pelvis, también conocido con el nombre de diafragma pélvico.

          El contorno del hueso coxal presenta numerosas escotaduras grandes y pequeñas, tanto en su borde anterior como en el posterior; estas escotaduras (a veces convertidas en orificios por medio de ligamentos) dan paso a tendones, músculos, vasos y nervios. El borde anterior forma un ángulo obtuso muy abierto que por arriba cierra una cinta fibrosa (arco-crural), inserta en los extremos del mismo, de lo cual resulta circunscrito un espacio triangular que se localiza precisamente en la unión del abdomen con el muslo y que exteriormente se corresponde con el pliegue de la ingle; esta región es importante porque en ella se establece comunicación entre el abdomen y la parte superior del muslo.

          En la pelvis, además de discurrir por su interior importantes nervios, así como vasos arteriales y venosos que se dirigen a las extremidades o que proceden de ellas, halla alojamiento y sostén  gran parte de la masa intestinal, especialmente la porción terminal del tubo digestivo y el último tramo del aparato urogenital y, en la mujer, la totalidad del aparato reproductor.

          Por la función que la pelvis femenina desempeña durante el embarazo y el parto, son muy importantes determinados caracteres específicos, tales como planos de inclinación, diámetros y ejes de los estrechos. En efecto, las cavidades pelvianas forman un canal curvado por el que deben deslizarse y girar, así como atravesar los estrechos, sin impedimentos ni fricciones violentas, la cabeza y el cuerpo del feto durante el parto.

          La reducción de uno o más diámetros o la deformación pelviana suponen serias dificultades para el alumbramiento, razón por la cual es de suma trascendencia para el parto que la pelvis esté normalmente configurada.

          De todo ello se deduce que, aunque su forma sea la misma en ambos sexos, han de existir apreciables diferencias entre la pelvis de la mujer y la del hombre, como puede verse en las representadas en las figs. 2 y 3 que reproducen tipos extremos, puesto que pocas pelvis son tan típicamente masculinas o femeninas. Pese a ello hay que tener en cuenta que la pelvis y el sacro (véase la diferencia entre los dos sacros) ostentan el máximo valor en la escala que se utiliza en la identificación de huesos, par ala determinación del sexo.

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